Continuando con nuestro recorrido interrumpido por las cuarentenas prolongadas que presenta Filipinas, donde solo flexibilizan por días, logramos coordinar un nuevo viaje, para descansar del encierro y recargarnos de la energía del Mar!
Nuestro nuevo destino: BOHOL, ubicada en el corazón del archipiélago filipino, al sur de las islas Bisayas Centrales; esta compuesta por un centenar de islas que la rodean, entre ellas Panglao, una pequeña isla al sur, donde se concentra la mayor parte del turismo. Es perfecta para relajarse y disfrutar de todos sus tesoros naturales, una isla donde lo que te falta es tiempo para conocer!
Viajamos en un “respiro” del encierro al que venimos acostumbrándonos o mejor resignándonos; así que con la experiencia de nuestro anterior viaje, empezamos a llenar formularios, pedir reservas de hotel (que realmente son fáciles en esta época, pues el tema del turismo se ha visto gravemente afectado) enviar cartas, solicitar permisos de entrada a la isla por parte de las autoridades municipales, y finalmente la prueba PCR para Covid, que ya empieza a volverse “paisaje”…
Una vez más, con los documentos en orden, nos disponemos a empacar; un paseo corto de jueves a domingo, ligeros de equipaje, pero con la emoción de seguir conociendo el país de las 7640 islas…
Llegamos a Panglao, luego de un viaje de casi dos horas en avión desde Manila y lo primero que encuentras es el Aeropuerto Internacional Bohol-Panglao, recién inaugurado, cuya construcción en asocio con la Agencia de Cooperación Internacional de Japón, brinda el primer aeropuerto con medidas eco-friendly: paneles solares, iluminación led, ventilación natural, un sistema de recolección de agua lluvia que sirve para riego de plantas… en fin, toda una obra de “eco-infraestructura”!!
Nos recogen en el aeropuerto y nos disponemos para llegar al hotel (Mithi Resort): un sitio hermoso, con habitaciones de lujo, grandes piscinas y una hermosa playa privada de arena blanca como si fuera talco de bebé, sola para nosotros, porque para ser sinceros, creo que no habíamos más de 10 personas en el hotel…
El día de nuestra llegada lo dedicamos a conocer la isla, así que decidimos alquilar una moto al frente del hotel, pues es la forma más práctica para recorrerla, y una vez que teníamos listo el medio de transporte, buscamos la ruta en el mapa y nos dirigimos a nuestro primer destino:
El santuario de los Tarsier; (“Philippine Tarsier Foundation”), una reserva natural donde puedes encontrar unos 200 primates; aunque para hacerlo, personas de la Fundación se adelantan recorriendo el bosque hasta encontrar alguno en un árbol y te dirigen para que puedas verlos; los Tarsier, son considerados como uno de los primates más pequeños del mundo, del tamaño de la palma de la mano, de ojos saltones, puede girar su cabeza 360 grados; están activos durante la noche y por el día, les gusta estar tranquilos; por eso debes realizar tu visita a la reserva en completo silencio y no usar el flash de tu cámara para no molestarlos, pues cuando sufren picos de estrés, puede llegar a autolesionarse (dándose golpes en la cabeza) hasta morir.
Luego de nuestra parada para conocer estos simpáticos primates, nos dirigimos a las famosas Colinas de Chocolate (Chocolate Hills),una formación geológica compuesta por más de 1700 colinas simétricas, cuya altura varía entre 30 y 120 metros, que toman su nombre porque la hierba que las cubre se transforma de un verde intenso en época de lluvia a un tono marrón cuando el sol las quema en época seca, adquiriendo así, un color chocolate, mientras que la base de las colinas permanece siempre verde, dando lugar a un hermoso paisaje icónico sin igual, que puedes disfrutar en todo su esplendor desde un mirador y como no hay turistas en el área, tienes toda la vista para ti!
De regreso al hotel y con el cansancio de todas las actividades del día, vimos de paso, una de las más antiguas iglesias jesuitas de Bohol; La Inmaculada Concepción (1595) o Iglesia de Baclayon, que se encuentra en reconstrucción, pues se vio seriamente afectada en el terremoto que sacudió la isla en 2013.
Como parte de nuestra experiencia gastronómica en este viaje visitamos “Bee Farm”, una granja orgánica que funciona como hotel y tiene restaurante, cultivo de hortalizas, abejas, y hasta manufactura de artesanías; este restaurante cuenta con un comedor al aire libre y tiene una increíble vista al mar; la alimentación saludable combina los ingredientes producidos en la granja, con el sabor propio de la región, así que este sitio se convirtió en la mejor opción para probar un delicioso "Boholano Platter"; el tour por la granja esta temporalmente suspendido, así que nos dedicamos a probar la deliciosa comida, al igual que los helados artesanales de sabores exóticos como “miel salada” y “helado de carbón” así como la Cassava Boholana (torta típica de yuca, famosa en la región).
Los dos días restantes, los aprovechamos para descansar, disfrutar del mar, hacer snorkel, pues a pocos metros de la playa encuentras un arrecife hermoso, con peces divinos como un acuario; ademas, aprovechando que dentro de los terrenos del hotel había una cueva, sacamos nuestro “espíritu aventurero” y nos fuimos a conocer la “cueva Cambagat”, donde es permitido nadar: en agua dulce cuando hay marea baja y agua salada cuando hay marea alta, según dicen (porque no nos consta que sea real el cambio de agua, jajaja).
Pasamos unos días increíbles, nos faltó tiempo para bucear, hacer el recorrido por las islas cercanas, atravesar el puente colgante de bambú, participar de la “barca buffet” por el río Loboc, en fin, muchas actividades que no están habilitadas por estos días de pandemia, pero logramos recorrer unos sitios hermosos, con paisajes de película… habrá que regresar a Bohol, algún día y terminar de disfrutar de las maravillas que te ofrece la “Isla de los Tesoros Naturales”.
Que animalitos tan lindos
Para mi este ha sido el mejor escrito, me sentí de nuevo en Bohol!